Fuente: Universidad Hebrea de Jerusalem
Los animales a menudo confían en su sentido del olfato para ubicar los alimentos. Es una ley de la naturaleza: el primero en llegar a una fuente de alimentos tiene más posibilidades de sobrevivir que aquellos que no lo hacen. ¿Pero cómo exactamente su cerebro traduce el olor y luego navega hacia él?
En una nueva investigación publicada esta semana en Nature Communications, el neurogenetista de la Universidad Hebrea de Jerusalem, Dr. Alon Zaslavery su equipo, revelan los complejos cálculos matemáticos que hacen los animales, incluso aquellos tan simples como los gusanos, para encontrar su próxima comida.
“Piense en el juego ¿Caliente o frío?”, Dice Zaslaver.“Imagina que estás en una gran casa oscura y una torta de chocolate acaba de sacarse del horno. Para encontrar el pastel, probablemente husmearás para ver de qué dirección proviene el aroma y comenzarás a caminar hacia allí”.
Resulta que los gusanos emplean esta diferenciación “caliente o frío” en su búsqueda de alimentos, pero con un giro adicional. En primer lugar, una célula neuronal recoge el olor de los alimentos y establece el gusano en un curso. Mientras la intensidad del olor se vuelva cada vez más fuerte, esta célula neuronal permanecerá activa y dirigirá al gusano a seguir avanzando. De lo contrario, le indicará al gusano que se detenga y busque un camino mejor.
¿Pero cómo calcula ese mejor camino? Una segunda celda neuronal actúa como la función de “recalcular la ruta” de Waze. Esta segunda célula detecta los “derivados”, lo que significa que calcula si la intensidad del olor es positiva y si se vuelve “más caliente” o negativa si es “más fría”.
Si la celda detecta una derivada negativa, entiende que está alejándose de la torta de chocolate y necesita volver a calcular su ruta.
Esta celda calcula constantemente nuevos datos de olor para detectar si la intensidad es más fuerte o débil y traza un camino basado en estas nuevas medidas diferenciales.
Con una lectura negativa, la segunda celda le dirá al gusano que trace un nuevo camino, mientras que uno positivo le dirá que mantenga el rumbo.
Según Zaslaver y los estudiantes de posgrado de la Universidad Hebrea Eyal Itskovits y Rotem Ruach, esta combinación es muy positiva. El sistema de dos partes, de trazar un curso basado en una medición de aroma inicial y luego realizar comprobaciones de seguimiento (todo el tiempo comparándolo con la medición original) para calcular si los números de intensidad de olor están subiendo o bajando, no es solo una hazaña impresionante para un gusano, pero un método muy inteligente y eficaz en la búsqueda de alimentos.
“Estos gusanos nos enseñan una lección importante. Cuando se busca resolver un problema, una solución rápida suele ser atractiva. Sin embargo, necesitamos un sistema de respaldo que controle si realmente nos estamos moviendo en la dirección ‘correcta’, incluso si esa nueva ruta difiere de la que establecimos originalmente”.
“Un gusano utiliza solo dos células neuronales para realizar este cálculo crítico. Imagine lo que los humanos deberíamos poder hacer con nuestras 100 mil millones de células neuronales”, concluyó el Dr. Zaslaver.